La ciudad en América Latina en tres paradas

El primer ciclo de proyecciones de CIUDAD RODADA fue un fugaz viaje con parada en tres escenarios urbanos de América Latina. Visitamos la gran Ciudad de México de finales del siglo XX a través de la taquillera, premiada y ya legendaria Amores Perros de Alejandro González Iñárritu. Posteriormente nos detuvimos en la Bogotá de los años noventa observando los conflictos que vivió el centro de la ciudad a través de la cámara de Sergio Cabrera que convirtió a La Estrategia del Caracol en un hito para el cine colombiano. Y terminamos con una parada en la ciudad de Recife, en el nordeste brasilero, para reflexionar sobre las tensiones entre pasado y presente que se derivan del drama de una mujer al enfrentar la especulación inmobiliaria contemporánea en la cinta de Kleber Mendonça Filho titulada Aquarius. A continuación presento un comentario sobre cada una de las tres películas analizando algunos temas que se plantean en las historias (la infidelidad, la dignidad y la memoria) con el fin de establecer un diálogo con los debates urbanos contemporáneos.

1. Amores Perros: La Ciudad de México a través de algunas historias de amor no convencionales (o quizás demasiado convencionales)

En la película la infidelidad aparece dibujada en múltiples dimensiones. Susana le es infiel al hermano de Octavio (Ramiro) precisamente con Octavio, Daniel, un acomodado empresario le es infiel a su esposa y a su familia con la hermosa modelo Valeria, un habitante de calle apodado "El Chivo" le fue infiel a su hija Maru al abandonarla por buscar la utopía de la lucha armada, Gustavo es infiel al ordenar la muerte de su hermanastro y socio Luis. Así la infidefildad hace parte inherente de los relatos que pasan por la pantalla paradójicamente acompañados del mejor amigo del hombre, el siempre fiel, el perro. 

Son historias que fácilmente pueden suceder en cualquier ciudad de América Latina, y quizás difícilmente en ciudades de otros lugares del mundo. Vemos una ciudad fragmentada, violenta, desordenada y sin evidencia de la existencia de una clase media. Por un lado una familia como la de Octavio y Ramiro que, ante su cercanía con la pobreza, la informalidad y la precariedad viven una cotidianeidad violenta. En otro escenario la complicidad social derivada de la doble moral presente en sociedades católicas permite que un intermediario le haga el favor a Daniel de encubrirlo para cometer su infidelidad con Valeria, incluso mintiendo ante las cámaras de los medios de comunicación que llevan el mensaje a millones de personas. Adicionalmente un habitante de calle, asesino a sueldo, exmilitante guerrillero que tuvo una vida previa como profesor universitario en el lecho de una familia acomodada, enfrenta a dos hermanos que se quieren matar a que lo hagan ellos por sus propios medios. Tal vez sea muy difícil lograr que todos estos ingredientes coincidan en otra región del mundo, por esto se puede pensar que Amores Perros es una versión audiovisual del realismo mágico de la literatura latinoamericana donde la realidad sobrepasa la ficción.



La ciudad la vemos, la vivimos y la sentimos a través de cada uno de sus personajes. Nunca la ciudad aparece en su formato de postal o como una porcelana. Por unos segundos durante la fugaz persecución con la cual inicia la película y que reaparece a lo largo de ella, se ve al fondo la legendaria Torre Latinoamericana. El resto de la película, la ciudad parece descentralizada, los objetos que aparecen bien podrían estar en cualquier lugar de la ciudad, es la manifestación de esa infinitud de la ciudad de México, en su forma material y en su forma humana. Millones de ladridos, millones de ladrillos, millones de metros cuadrados, millones de personas y millones de historias a través de una síntesis muy humana narrada en compañía del mejor amigo del hombre, el perro. Siento que la película, sus historias, nos están invitando a confiar en los perros ya que en los seres humanos no podemos.

Durante la primera proyección de CIUDAD RODADA nos acompañaron Valentín Ortiz (Arquitecto y Literato) y Yolanda Barrita (Comunicadora Social Mexicana) y nos dejaron una interesante reflexión. Ésta tiene que ver con la relación que puede existir con el mito fundacional de la ciudad que se deriva del relato bíblico sobre Caín y Abel, donde un hermano representa la agricultura y otro el pastoreo. Tras la el asesinato de Abel, Caín fundó la primera ciudad llamada Enoc. Esa referencia aparece en la cinta al ser la ciudad protagonista como lugar de dicotomías, a través de referencias explícitas como el pago por el asesinato de Luis por parte de su hermano Gustavo, y cuando "el Chivo" claramente dice “todo tuyo pinche Caín”. Al final el hombre camina por el desierto alejándose de la ciudad y puede pensarse como una sutil referencia. La pregunta queda abierta como una buena reflexión sobre el poder comunicador del cine.

2. La Estrategia del Caracol: La lucha por el espacio en el Centro de Bogotá entre lo privado, lo colectivo y lo público

La película de Sergio Cabrera ha sido validada como un hito de la historia del cine colombiano y desde la perspectiva de los estudios urbanos podemos agradecerle por documentar uno de los momentos de transición urbana más importantes que ha vivido el centro de la ciudad. Me refiero a los conflictos resultantes por el regreso al centro de los dueños de las casas y lotes que abandonaron después del Bogotazo, y se encontraban ocupadas por grupos de ingresos bajos organizados en comunidades en forma de inquilinatos. La Estrategia del Caracol ilustra la complejidad presente en las múltiples historias a través de las cuales se construye lo urbano, tanto lo material como lo inmaterial, a través de una historia sencilla que narra el proceso de desalojo que vive una comunidad. Esta historia sirve para reflexionar sobre las dinámicas de cambio urbano que presenciaron muchas ciudades en América Latina durante todo el siglo XX.

En la pantalla vemos desfilar muchas historias, cada una desde su particularidad, pero que se encuentran en la tensión entre el bienestar colectivo y la ganancia individual. El periodista, la prostituta, el rico heredero de una mansión antigua en el centro de la ciudad, el abogado que sabe como defender a la comunidad, y el abogado “tinterillo” que rinde pleitesía al rico propietario, la policía y la justicia al servicio del poder económico, el inmigrante español, su relación con el teatro y con la mecánica de la tramoya que le permitirán ser el diseñador del plan maestro que ejecuta la comunidad (Todos interpretados por importantes actores de la historia audiovisual colombiana). La Estrategia del Caracol es una historia que se cuenta como comedia, pero que trata sobre la tragedia derivada a partir del déficit de vivienda urbana que han vivido las ciudades latinoamericanas, en este caso la capital colombiana en años de violencia y presión migratoria hacia las ciudades.

La historia habla de la ley, del uso que se hace de la misma para obtener réditos privados y al mismo tiempo de las posibilidades que existen en sociedades democráticas cuando se usa como bien público. Así, en un país donde la ley ha sido usada por los poderes tradicionales es difícil creer en ella, lo cuál se infiere de la invitación que le hace uno de sus amigos al “Perro” Romero (habitante del inquilinato con conocimiento y experiencia jurídica que actúa como abogado defensor de la comunidad) al decirle: “Tenga fe en las personas y no tanto en la ley”, a lo cual el “Perro” responde: “Si pero yo creo en la ley” como una muestra de la esperanza a que es posible imaginar futuros mejores. La película proyecta el uso, y mal uso, de la ley, la justicia y la fuerza policial para beneficiar los intereses particulares del señor Holguín (quien es el dueño de la casa que se quiere desalojar). Sutilmente muestra las relaciones de corrupción y los arreglos que se hacen a puerta cerrada, como sucede durante la cena en el restaurante japonés, para garantizar que todo el aparato satisfaga los deseos de Holguín. En este orden de ideas, Holguín es una clara metáfora de la exclusión social, del llamado arribismo y del “usted no sabe quien soy yo” que tanto daño le han hecho a los esfuerzos de inclusión en Colombia.

Las referencias a la tensión entre lo privado y lo público son en algunas ocasiones sutiles, en otras expuestas de manera moderada y en algunas claramente explícitas: "Recuerde que la casa Uribe es propiedad privada" dice Mosquera (abogado de Holguín), a lo cual responde Romero, "Le recuerdo que su mamá nunca fue propiedad privada". La respuesta, quizás la solución, a la tensión entre lo privado y lo público también aparece claramente delineada: la acción colectiva. Es a través del acuerdo de todos los inquilinos que es posible diseñar e implementar una estrategia donde ellos salen victoriosos reaccionando muy bien al contexto que les correspondió enfrentar. Desconozco si los creadores de la historia conocían el trabajo de Elinor Ostrom (premio Nobel de Economía y profunda estudiosa de la acción colectiva), me atrevería a pensar que no, dada la distancia entre sus campos disciplinares, pero ambos dan una respuesta similar.



A lo largo de la película vemos viñetas de las calles de Bogotá de los años noventa, un regalo más que nos dejó Cabrera como documento de la ciudad cuando aún no se movía Transmilenio. Aparecen algunas insinuaciones a la compleja realidad colombiana como la devoción y la fe (con la aparición de la virgen en la pared y lo que ello suscita en los creyentes) o la violencia como mecanismo para solucionar conflictos (con el atentado que le hacen a Romero y la muerte del niño en medio de la balacera). Sin embargo, creo que la cinta tiene un solo objetivo, hablar sobre la dignidad. La dignidad aparece claramente manifestada en el mural que dejan al abandonar la casa, al ubicarse en su nuevo lugar y al contar la historia como una victoria de la acción colectiva, en términos de asuntos urbana esta es una película que nos habla sobre el Derecho a la Ciudad del que tanto nos habló Henri Lefebvre.

3. Aquarius: La presión inmobiliaria en la ciudad de Recife en Brasil, una excusa para hablar sobre lo nuevo y lo viejo

Aquarius es la historia de una mujer que enfrenta la batalla entre la memoria, la importancia de los recuerdos, aquellas cosas materiales a las cuales se les asignada la tarea de preservarlos y el deseo por renovar, cambiar, destruir y olvidar. Es una historia sobre la fragilidad del paso por el mundo de los seres humanos y lo mínimo que nuestras historias representan ante la monstruosidad de las ciudades que habitamos. Es una película que utiliza la excusa de los conflictos que resultan de la presión inmobiliaria que enfrentan hoy muchas ciudades latinoamericanas para hablar sobre una de las preguntas más profundas de la humanidad: la fugacidad de nuestra existencia.

La familia es fundamental para comprender la tragedia de Clara (interpretada por la legendaria Sonia Braga, decisión que no hubiera podido ser mas acertada para la temática que trata la historia). La primera escena muestra la importancia de un mueble como mecanismo de preservación de la memoria de Clara y lleva a un “flashblack” que explica la relación del objeto de madera y la génesis misma de la familia que Clara formaría con su esposo. Esa familia conformada años después por tres hijos, sus parejas e hijos y la ausencia del esposo de Clara que van a ser los protagonistas de la historia.

El tema sobre la familia es recurrente, Clara les pide a sus hijos que la visiten más seguido mientras se ve obligada a reemplazar a sus familiares directos por una familia extendida de amigos íntimos como su empleada de servicio, el salvavidas playero, el amante a sueldo o su sobrino quien la visita regularmente queriendo conocer su pasado. Las personas pasan, nos dejan y de alguna forma encontramos quienes las reemplacen. En ese orden de ideas, la ciudad es un lugar donde podemos encontrar nuestra familia, la familia que construimos cuando compartimos experiencias y recuerdos, cuando compartirnos la vida mientras esta pasa. Cuando Clara descubre las siniestras redes de corrupción detrás de los grandes negocios inmobiliarios afirma: “La familia se extiende a todos los amigos, algo muy Pernambucano, algo muy brasilero”.



La tensión entre lo viejo y lo nuevo tiene un claro reflejo en contienda que surge cuando Clara insiste en negarse a los insistentes ofrecimientos de la compañía inmobiliaria que quiere demoler el Edificio Aquarius para construir un nuevo edificio, Novo Aquarius. Sin embargo, aparece en otros momentos de la película como cuando se discute sobre los formatos digitales y análogos de grabación musical o cuando se reflexiona sobre las fotografías de personas junto a sus automóviles muy comunes en las familias de clase media durante los años setenta y ochenta (el carro era tratado como un miembro de la familia). Clara resumen el conflicto de una manera concisa, pero contundente: “cuando les gusta es “vintage”, cuando no les gusta es viejo”.

La segregación, un tema recurrente en asuntos sociales brasileros no podría quedar ausente en esta reflexión sobre la ciudad brasilera contemporánea. La división entre ricos y pobres es evidente en las zonas norte y sur de la playa que frecuenta Clara; y esa barrera es transgredida por Clara y su amiga físicamente al visitar regularmente a sus empleadas de servicio, pero más aún al ser sus amigas. Clara no está interesada en cambiar esa condición, pero si en humanizarla, en algún momento hablando con sus hijos dice: "nosotros las explotamos, ellas nos roban de vez en cuando" y así pasa el tiempo sin que cambie sustancialmente la esencia social de la desigualdad en Brasil. La deshumanización de la transición es quizás lo que más le duele a Clara, no lo soporta y en su más profundo enojo le dice al joven heredero de la inmobiliaria: “usted puede tener formación en “business” pero nada en formación humana”.  

Para el final de la película es claro que Clara es al mismo tiempo el Edificio, es el reflejo humano del artefacto. Así como el edificio lo carcome el cáncer que intencionalmente sembró la inmobiliaria, Clara recuerda su enfermedad y como con valor logró enfrentarla. Es una película sobre como enfrentar el paso del tiempo, como dejar que las cosas pasen en las vidas humanas, en las vidas urbanas.

La ciudad en América Latina: un banquete de historias para observar en medio de complejidades que parecen similares

Cada historia siempre tendrá sus bemoles particulares, pero si observamos con detenimiento podemos encontrar que aquello que parece disímil, tiene muchos elementos en común. Las ciudades en América Latina comparten historias, procesos sociales y referentes, eso las hace de alguna forma caminar en la misma dirección. Para conocerlas mejor tenemos muchos instrumentos, el cine es uno de ellos, quizás el mejor. Nos permite viajar a esos lugares, aunque sea por un breve instante y meternos en los rincones de otras ciudades que se parecen a las nuestras. 


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