La responsable de la caída del Puente Chirajara

Los últimos días han estado marcados por algunos hechos que bien podrían ser sacados de la ficción, pero como es común en nuestro país, lamentablemente son reales.

No me voy a referir al cuentachistes de Cambio Radical, quien insiste en tratar a los ciudadanos colombianos como idiotas al defender la extraña idea que el fundador de un partido (y activo hasta hace unos meses en el mismo) no influye en las decisiones del partido porque ahora está avalado por un movimiento que fundó hace menos meses que su salida del partido. Todo esto usando una artimaña lingüística (y leguleya) de hacer énfasis en la diferencia entre avalar y adherir. Estaba claro lo que iban a hacer, y lo hicieron. Sin embargo, es muy importante tener en cuenta esta bufonada porque está relacionada con la conclusión de esta columna, es decir con la culpable de la caída del puente de Chirajara.

Me voy a referir a la caída de un puente de más de 400 mts de largo y a la renuncia del Director del ente rector de la Ciencia y la Tecnología en Colombia. Por un lado, el puente Chirajara se desplomó en escasos segundos, con él se fueron vidas humanas, toneladas de materiales y los recursos asignados para una obra que se estimó en 75.000 millones de pesos (es decir, el valor de dos consultas liberales) pero que ya iba en 313.000 millones de pesos (es decir, el valor del presupuesto de COLCIENCIAS hace unos años antes de empezar la reducción por parte del gobierno que prometió una Colombia más educada).



Por otro lado, el Director de COLCIENCIAS, César Ocampo, fue declarado insubsistente en contados segundos, sin la dignidad que merece uno de los más importantes científicos que ha nacido en Colombia (el video de la rueda de prensa, dice mucho sobre la improvisación y las malas intenciones de la Ministra de Educación y del nuevo director director encargado), con él se fueron las esperanzas de tener un mejor sistema de ciencia y tecnología para el país y la posibilidad real de que la entidad dejara de ser manejada como otro fortín más de la politiquería en Colombia.

Durante las próximas semanas se indagará sobre los responsables, (el Espectador ya hizo una primera indagación) y la respuesta que terminará ganando será la de: “Hay que esperar”. Es evidente que se debe permitir que surtan efecto las investigaciones de rigor. Así posiblemente los responsables tendrán que pagar con cárcel y con sus recursos por las fallas que se logren demostrar. Se podrá cumplir el deseo de uno de los familiares de las vícitimas mortales: "Que respondan".

Afortunadamente no debemos preocuparnos. Por un lado el Presidente de la Agencia Nacional de Infraestructura, Dimitri Zaninovich, ya nos dijo que en este evento la palabra accidente no cabe. Adicionalmente, Corficolombiana ya se anticipó a todo y nos ha dicho que este percance no nos va a costar nada a los colombianos. Es un alivio y ojalá todos los entes de control tomen atenta nota de estos compromisos para que a futuro no tengamos que sufrir con demandas que reviertan estas afirmaciones de la financiera del grupo AVAL tan comprometido con todas las grandes inversiones en la infraestructura del país.

En el caso de COLCIENCIAS queda en evidencia el tropicalismo a la hora de gobernar en Colombia. El Director de COLCIENCIAS es el encargado de ordenación de gasto, pero no puede hacerlo porque la exdirectora le delegó la potestad de contratación al subdirector y a la secretaria general antes de irse a ocupar el Ministerio de Educación. Lo más razonable es que el nuevo Director retome sus funciones para ser el responsable absoluto de su gestión (en lo bueno y en lo malo). Pero resulta que eso no le parece al presidente y en una acción donde los “pájaros le disparan a las escopetas”, el subdirector termina exigiendo “su derecho” de mandar sobre el director y al final logró que se le declara insubsistente para el pasar a ocupar la dirección. Realmente el mundo al revés, y a su vez evidencia contundente de la difusa forma de establecer las responsabilidades en la toma de las decisiones de este gobierno.

En otras sociedades existe una cosa que se llama responsabilidad política. La responsabilidad política no es más que reconocer el error, pedir disculpas y ante un suceso de esta índole las personas cercanas a las decisiones que acarrearon el suceso renuncian a sus cargos (en las tradiciones moderadas) o cometen suicidio (seppuku, en las tradiciones más radicales como la japonesa). Eso se hace para oxigenar, para aceptar los errores y para permitir que el proceso de investigación surta con transparencia.

La aplicación en Colombia empezaría por el presidente Juan Manuel Santos reconociendo la caída del puente y el manejo de COLCIENCIAS como evidencias del fracaso de las políticas viales y científicas de su gobierno, a su ex-vicepresidente (encargado de la agenda vial durante el gobierno Santos) pedir disculpas por el suceso con el mismo ímpetu con el que se vestía de ingeniero con casco blanco cuando iba a inaugurar y de paso a hacer campaña (cómo claramente se lo dijo a todos los colombianos hace ocho años) a las obras viales del país. La ex-directora de COLCIENCIAS pediría disculpas por haber dado facultades al subdirector que le correspondían al director días antes de su paso al Ministerio de Educación. Finalmente renunciarían algunos funcionarios, por ejemplo el interventor de la obra del puente de Chirajara, el presidente de la ANI o el nuevo director de COLCIENCIAS quien parece que tenía contratos para asesorar a una universidad al mismo tiempo que era funcionario público. Creo que eso no va a pasar aquí, pero en los lugares decentes y responsables, así sucede.

En el asunto de COLCIENCIAS es mucho más probable que los responsables no den la cara. Es un asunto menos mediático que va a permitir que se maneje con el manto de oscuridad con el que se manejan este tipo de asuntos en el gobierno. Similar a lo que pasó en el ya olvidado caso del SENA, la persona que identificó que algo estaba mal en la entidad y que si quería usar los canales institucionales para solucionarlo, fue a la que el presidente decidió retirar de su cargo, y en este caso aún peor, nombrando a quien al parecer hace parte del mal manejo de la entidad. El colapso de COLCIENCIAS no es reciente y el mal manejo junto con la desidia son las razones por las cuales se encuentra la ciencia en Colombia en esta situación. Amaury Nuñez de la red Educación de la Silla Llena (ver columna) hace una excelente revisión del mal manejo y fracaso de COLCIENCIAS en los últimos años

En el ámbito militar existe un concepto muy importante que es la línea de mando. Donde las jerarquías determinan los ámbitos posibles de decisiones y de esa forma se garantiza que unos dan las órdenes (y son responsables por ellas) mientras otros las obedecen. En la organización del estado colombiano la línea de mando se ha perdido y cada funcionario tiene un jefe directo al mismo tiempo que tiene otros indirectos (congresistas, padrinos políticos o padrinos económicos) que hace imposible que las acciones públicas sean coherentes y peor aún que exista clara responsabilidad sobre las decisiones.

En ese sentido está todo claro, solo hay una responsable en la caída del puente: es la irresponsabilidad (entendida aquí como ausencia de responsables) con la que se manejan los asuntos públicos, las concesiones, los contratos y los nombramientos. Se hace todo lo posible para desdibujar la línea de mando y de esa forma nunca existen responsables antes los hechos que suceden constantemente.
Lamentablemente la irresponsabilidad es la gran protagonista en la mayoría de las estructuraciones de políticas públicas en el país y particularmente de este gobierno; desde sistemas de transporte masivo hasta autopistas, reina la falta de responsables. A mayor grado de irresponsabilidad, es mejor para los mercaderes de lo público, dado que pueden sacar mayores ganancias sin cargar con el peso de la responsabilidad.

Así, no es una casualidad que coincidan la caída del puente de Chirajara con la salida nuevamente (van 8 en los últimos 8 años) de un director de COLCIENCIAS. El gobierno ha manejado de manera paupérrima las inversiones en Educación, Ciencia y Tecnología, ha preferido (como lo ilustra Juan Ricardo Ortega) usar los recursos destinados para ciencia en arreglos politiqueros con las regiones y en su última jugada maestra, el año pasado decidió destinar esos recursos, supuestamente para vías terciarias.

Si el gobierno fuera responsable, reconocería que ha sido incapaz de construir vías (la ruta del Sol es un claro ejemplo, donde solo 20-30% de la obra se ha ejecutado y así va a quedar), y aceptaría que en seis meses esos recursos para vías terciarias serán usados para otras cosas diferentes a la conectividad de áreas rurales en el país. Serán usados lamentablemente para arreglos electorales en un año de cierre de gobierno donde ya nada puede pasar. Sería mejor que el presidente dejara esos recursos guardados para el próximo gobierno para que puedan ser invertidos de manera más audaz por el bienestar de los colombianos.

La ausencia de inversión en ciencia es la culpable de que se caigan los puentes, así como de muchas cosas más. Sucede que el impacto de no invertir en ciencia no es directo ni sincronizado con las fallas de ingeniería en el país, aunque están conectados no suceden de manera simultanea. Para ver los resultados nefastos de no invertir en educación y ciencia, al igual que con las investigaciones; "Hay que esperar". Entonces no nos hagamos ilusiones, se nos van a seguir cayendo muchas cosas más (no olvidemos que en estas vacaciones también se desplomó la vía a Barrancabermeja y la conexión a Santafé de Antioquia).

Son la ciencia, la educación y la técnica, y no los contatistas (o subcontratistas) los llamados a decirnos como hacer para que no se siga cayendo a pedazos este país.

P.S. Por coincidencia me encontré esta semana con un artículo en Medium titulado “How a TV Sitcom Triggered the Downfall of Western Civilization” por David Hopkins, lo recomiendo dado que está muy relacionado con lo discutido en este texto. Los retos que enfrentamos ante la desvalorización del conocimiento a cambio de la frivolidad de los retornos y las ganancias.

                                                Encuentre este texto en la Silla Llena

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