Le recomiendo que no salga de la ciudad amurallada

Bjarke Ingels, arquitecto y dueño de BIG (Bjarke Ingels Group), celebró el año nuevo en Colombia y durante su visita a Cartagena concedió una entrevista a la W. Nunca antes había visitado el país y lo hizo en compañía de varios amigos colombianos que tiene. El reconocido arquitecto puede fácilmente hacer parte de la lista de los llamados “starchitects”, su trabajo aparece en múltiples lugares del mundo, siempre con la grandiosidad y espectacularidad necesaria para ser considerado arquitectura contemporánea digna de peregrinaje y con ese misterioso halo de sencillez y humildad que presumen los escandinavos.

¿Quién es Bjarke Ingels?

No soy un seguidor de las grandes movidas de las “starquitectura” dado que considero que los asuntos urbanos trascienden las piezas materiales, pero reconozco que en muchos lugares el aporte de esta nueva forma de construcción de espacios le ha aportado enormemente a la transformación social urbana. Así, solo vine a conocer al señor Bjarke Ingels por casualidad hasta hace unos meses cuando tuve la oportunidad y el placer de disfrutar la serie en Netflix titulada Abstract que indaga la vida de ocho diseñadores en áreas muy disímiles de aplicación del diseño.

Entre diseñadores de zapatos, escenarios, tipografía, ilustradores, fotógrafos, aparecía Ingels describiendo su proceso creativo desde la arquitectura. Un personaje muy interesante que es capaz de montarse en proyectos tan majestuosos como las nuevas oficinas de Google y al mismo tiempo hacer un “skatepark” para jóvenes de menos de 1.000 metros cuadrados o una nueva jaula para osos pandas. Ingels plantea ideas provocadoras alrededor de la parodia a la legendaria frase de Mies van der Rohe, con su “Yes is more” y un aire renovador a las relaciones entre la arquitectura y los asuntos urbanos (que vale la pena resaltarlo, no son lo mismo).

Bjarke Ingels visita Medellín y Cartagena

El arquitecto cuenta, durante la entrevista de la W, que visitó Medellín en compañía de su colega Camilo Restrepo (arquitecto y uno de los diseñadores del orquideorama en el Jardín Botánico de la capital antioqueña) y afirma que le llamó sorprendentemente la atención la velocidad y el éxito de la transformación urbana de la ciudad. Cuenta como recorrió los diferentes lugares de la ciudad y como Medellín al hacer intervenciones arquitectónicas alejadas de los lugares convencionales, se ha convertido en un referente mundial sobre asuntos urbanos y arquitectónicos (que reitero, no son lo mismo).

Salir de las zonas tradicionales, de los espacios de confort, de las burbujas de inacción son en gran medida las premisas que van atadas a las ideas del “Yes is more”, por eso le debe atraer encontrar en Medellín un caso donde ya van décadas de explorar aquello que a él le interesa desde su propuesta arquitectónica. Bjarke Ingels manifiesa un interés por que la arquitectura no sea considerada como elitista ni arrogante, que no se trate de juzgar entre bello y feo, elegante y vulgar, correcto e incorrecto; le interesa que la arquitectura sea considerada como un esfuerzo inclusivo.

Rafael Manzano hizo una pregunta que es recurrente, casi lugar común, pero muy interesante y relevante en la conversación sobre la tensión entre la singularidad de una obra arquitectónica y el tejido urbano. Ingels da una muy sugestiva respuesta y utiliza el ejemplo de su visita a la ciudad de Cartagena. El mundo genérico ha hecho que se pierda el sentido del lugar y los lenguajes repetidos carecen de sentido y son menos atractivos.

"El arquitecto es como un periodista". Bjarke Ingels

Quiero hacer énfasis en el momento en que comparó el oficio del arquitecto con el del periodista, afirmando que ambos están interesados en cosas que en la mayoría de los casos están por fuera de su experticia, por ende, es una constante invitación a la exploración de la diversidad de temas y una inagotable curiosidad por aprender nuevas cosas. Interesante analogía (hace unos días en Bogotá, un cineasta español comparó el oficio del arquitecto con el del director de cine, también muy interesante pero es harina de otro costal, en otra columna escribiré sobre eso). Ambos, el periodista y el arquitecto interactúan con personas muy diferentes y deben de ser capaces de sintetizar en algo concreto un gran cúmulo de información para poder producir lo que saben producir, bien sea una entrevista o un edificio.  

Para Ingels la arquitectura es el arte y la ciencia de crear el mundo en el que quisiéramos vivir. Me gustó mucho esta frase y la extendería a prácticamente todas las profesiones, incluida la de periodista. Y continúa Ingels afirmando que si los arquitectos son arrogantes y no ponen atención a la forma como la gente quiere vivir vamos a crear edificios que no se ajustan a nuestros deseos. Hay que escuchar y observar demasiado para poder pasar de la exclusión a la inclusión; para poder hacer el “flip”.

Ingels terminó su argumento con una frase que me permito mantener en inglés y con subsecuente traducción propia: “Rather than […] being exclusive to the few, [it] should be inclusive to the many” (En lugar de ser exclusiva para la minoría, debería ser inclusiva para la mayoría).

Los periodistas no entendieron la invitación que les hizo Bjarke Ingels

A pesar de la posterior traducción al español que se hizo, creo que Julio Sánchez Cristo no entendió gran parte de lo que Ingels quiso decirnos dado que al terminar la entrevista (que lamentablemente no quedó en la página de la W y debo recurrir a mi memoria), le dijo al arquitecto: “permítame hacerle una recomendación, no salga de la ciudad amurallada, quédese disfrutando de un hotel boutique y un buen restaurante”. A la cual el arquitecto muy diplomáticamente dijo "I will see if we can restrain ourselves" (Voy a ver si podemos restringirnos, algo así). Luego con el señor Casas, al terminar la entrevista, reforzaron esa invitación a que no se debe salir de la ciudad amurallada. Creo que lamentablemente no entendieron nada de lo que nos quiso decir Ingels. 

No entendieron la invitación que estuvo haciendo Ingels, reiteradamente, a pensar en una sociedad menos excluyente. Ni tampoco entendieron que pensar en una sociedad menos excluyente es responsabilidad del arquitecto, del periodista y aunque no lo dijo Ingels, también lo es del economista, del alférez, del comerciante y en general de todos los que hacemos parte de una sociedad. No entendieron por qué a Ingels le parece interesante lo que ha pasado en algunos lugares de Colombia, como Medellín. 

¿De que se trata la invitación de Ingels?

Aunque Bocagrande sea menos “charming” (como diplomáticamente lo dijo Ingels) es muy importante visitarla y conocerla, y lo mismo se debe recomendar con el Pie de la Popa, el Nelson Mandela, el Prado, la Candelaria, Crespo o el Daniel Lemaitre. Para poder conocer un lugar es importante intentar ver lo que más se pueda durante la visita para conocerlo mejor, ver lo que hay y lo que no hay, lo que está bien y lo que está mal, lo que es exitoso y lo que es un fracaso. Claramente lo dijo Ingels: observar y escuchar es la clave para hacer el “flip” de la exclusión a la inclusión. Invitar a quedarse dentro de la muralla, es claramente una invitación a no escuchar y a no observar. Una invitación a excluir.

Tuve la oportunidad de finalizar el año recorriendo Cartagena y la fortuna de recibir la recomendación de un gran amigo de leer el libro “Alguien tiene que llevar la contraria” de Alejandro Gaviria como antídoto a la vertiginosa caída de mi optimismo por el futuro de Colombia. Me acompañaron la (1) Guía Elarqa de Arquitectura Cartagena de Escovar, Obregón y Segovia, y la (2) Guía Literaria de Cartagena de Germán Espinosa.

Las guías me llevaron a recorrer la ciudad por fuera de la muralla, tomé el Transcaribe y recorrí todo su trayecto hasta el portal final, me subí a varios buses alimentadores, me bajé en múltiples barrios y zonas de la ciudad y pude ver muchas cosas que normalmente los muros no dejan ver.

También recorrí la ciudad por dentro de sus murallas y pensé que ese cuerpo urbano que a simple vista hace pensar que es unitario, la verdad es un conjunto de singularidades y resultado de muchas capas puestas por el tiempo. Hoy parecen que poseen unidad, pero si dejamos de verlos ahistóricamente son un collage tan ecléctico que se podría comparar incluso con Bocagrande.

Para pasar de la arquitectura a nuestra sociedad, traigo una cita de Estanislao Zuleta que Alejandro Gaviria usa en su libro, “la democracia […] es una forma de vida civilizada, de apertura intelectual, de diálogo permanente, de preguntas sin respuestas, de rechazo a las falsas ilusiones”. Creo que solo si empezamos a salir de los muros que nos hacen creer en falsas ilusiones y aceptamos la invitación a observar, dialogar y escuchar para pensar en un mejor lugar donde podamos vivir, vamos a ser capaces de crear el mundo donde quisiéramos vivir.  

Por eso mi recomendación para Julio Sánchez Cristo y para el señor Alberto Casas, porque creo que Bjarke Ingels no la necesita, es: salgan de la ciudad amurallada, salgan del hotel boutique, disfruten pasear por muchos espacios de una ciudad y no por los lugares genéricos que se repiten en todos los hoteles boutique del mundo.

Si aceptan la invitación de Ingels a disfrutar el carácter local, van a ayudar desde su función de comunicadores a hacer una sociedad menos excluyente. (Me ofrezco de guía si se animan)


P.S. Una recomendación adicional. En el 2010 una periodista escandinava también nos daba lección sobre lo maravilloso que estaba pasando en nuestro país y que era impensable incluso en Estocolmo. Y aquí se nos ha olvidado: Medellín vista por una periodista sueca

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