La semifinal de nuestra democracia la jugamos mañana: La hora de la decisión


Llegó la hora. Los usuarios de redes sociales y los que leen asiduamente nuestra prensa llevada a menos en tiempos mercantiles de la "información" y de poco rigor en el periodismo, están cansados de más de seis meses de precariedad en el diálogo democrático. Este domingo vamos a escoger los dos caminos que más adelante se van a enfrentar para finalmente definir quién va a liderar al ejecutivo en nuestro país en los próximos cuatro años. En pocas palabras, mañana jugamos la semifinal de nuestra democracia (que mal que bien, funciona).

Creo que Fajardo tiene que pasar a la final. Creo que la reducción y mitigación de la corrupción en alianza con una apuesta decidida por la educación, emprendimiento, ciencia, tecnología, innovación y cultura son la salida de nuestros problemas. Creo que es la forma de dejar un mejor país a nuestros hijos, hijas, nietos y nietas.

Fajardo es el único que ha gobernado de manera exitosa a partir de procesos electorales. Mejor dicho, es el único que ha llegado al ejecutivo a liderarlo y no a "respaldarlo" (tanto en lo municipal como en lo departamental) y que ha hecho todo lo posible por hacer el mejor uso posible de los recursos públicos. Seguro algunos errores ha tenido, pero su intención no fue acaparar los recursos públicos para su beneficio como lamentablemente lo es para la gran mayoría de los que gobiernan, han gobernado o quieren gobernar en nuestro país.

Fajardo es mejor para Colombia porque claramente ha demostrado que sabe lo que es un bien público y la forma como se pueden gestionar los recursos públicos en las condiciones complejas de la realidad políticas y económica colombiana. Además los otros candidatos no han sido capaces de demostrar que su mayor interés sea el bien colectivo, todo lo contrario, parece ser que a cada uno que lo que más les interesa son ellos mismos.

Germán Vargas Lleras no ha liderado al ejecutivo (tuvo un rol secundario y descaradamente lo usó a su favor y el de sus amigos constructores, lo dijo él mismo en su primera entrevista como candidato) además tiene alianzas con las personas que más daño nos han hecho robándose los recursos públicos a través de alimentos, medicamentos, obras, panachis, santísimos, seguros, papelería y muchos más.

Iván Duque no sabe aun lo que es hacer parte del ejecutivo. No ha experimentado la complejidad de estar en lo público, no parece con interés de hacer consensos ni parece tener claridad sobre lo que quiere para el bien común (cada semana cambia lo que dice, cómo lo dice y se comporta como un camaleón). Además tiene la injerencia muy extraña y polémica de un antiguo presidente y de un grupo de personas que no es posible saber bien que quieren (Ordoñez, José Obdulio, Martha Lucía, entre cuantiosos más) pero está muy claro que el bienestar público y colectivo no son su prioridad.

Gustavo Petro cuando pudo gobernar (pues es el otro que ha llegado a liderar el ejecutivo por elección popular) no lo dejaron pero tampoco trató de buscar consensos, demostró no ser tolerante, no logró armar equipos y dividió a la sociedad cuando menos necesitábamos dividirnos ante un frágil nivel de bienestar de la gran ciudad de nuestras ciudades, la capital. Bien sea por su carácter o por la reacción de aquellos (que la teoría política llama el establecimiento) que se van a sentir en riesgo durante un gobierno suyo y que normalmente se oponen al cambio. Creo que el país que resultaría de un gobierno suyo será radicalizado y con un resultado muy negativo para todos nosotros.

Humberto De La Calle, dicen algunos es un gran hombre, pero mi opinión es que grandes hombres no deberían representar organizaciones dudosas. Él, al representar al partido liberal que tanto daño nos ha hecho como promotor de las prácticas de clientelismo, corrupción, CVY, amiguismo, contratitis y mal manejo de los recursos no debería ser presidente de una nueva Colombia. Como tampoco debería aliarse con el proyecto de Fajardo, él puede ser un buen hombre, pero los que lo soportan (al menos en la formalidad pues parece que en la práctica lo abandonaron) no deben hacer parte de las políticas públicas en nuestro país y lentamente salir del escenario.

Por eso creo que Fajardo es el único presidente que promete un mejor país para mi hijo y mi opinión es que sería un mejor país para las hijas hijos, nietas y nietos de todos los colombianos. Es el único que está invitando a un cambio en la escena del teatro de la democracia, un llamado a nuevos actores al escenario. Creo que es el único que aporta un granito de arena a la modernidad del país (con todo lo que ese concepto implica) y que nos ayudaría a seguir saliendo (pero ahora aceleradamente) de la barbarie que hemos vivido en las ultimas décadas.

Cuando yo era joven llegué a vivir a Bogotá en 1999 en medio de la peor crisis económica de Colombia del siglo XX que se conjugaba con décadas de violencia. En esa época los colombianos se tuvieron que ir a vivir a muchos lugares del mundo (la diáspora alcanzo cifras de millones); algo muy parecido a lo que les pasa hoy a nuestros amigos venezolanos. En la carrera séptima me dio la bienvenida un grafiti que decía "el último que salga apague la luz". Nunca tuvimos que apagar la luz porque los colombianos fuimos capaces de cambiar el escenario adverso por esperanza. Colombia se convirtió en un país mucho mejor para todos y dos personas siempre fueron la luz en ese túnel de horrores que era nuestro país: Antanas Mockus y Sergio Fajardo acompañados de mujeres y hombres extraordinarios. Ahora ellos están listos para llevar esa luz de esperanza, acciones y transformación a todo nuestro país.

Espero que en la semifinal de la democracia que jugamos mañana, Sergio Fajardo pase a la final.


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